MEMORIA ANUAL FUM 2014 -FUNDACIÓN UPM
SE REFUERZAN LOS LAZOS COMUNITARIOS
ALIMENTACIÓN SALUDABLE
SEMBRANDO COMUNIDAD
OBJETIVOS • Promover el fortalecimiento de los vínculos escuela-comunidad • Favorecer la expansión de la huerta como fuente de alimentos saludables • Impulsar el trabajo cooperativo mediante la construcción conjunta de la huerta y el invernáculo
La construcción de una huerta comunitaria en la escuela rural de Queguayar ha mejorado sensiblemente la calidad de la alimentación de los niños. Pero además, la huerta se ha transformado en un recurso didáctico por excelencia y ha unido a las familias a trabajar por su pueblo. Son las 12:30 en la Escuela Nº 78 de la localidad sanducera de Queguayar. Varias madres llegan a buscar a sus hijos a la salida, entre ellas, Amelia Rodríguez, madre de Camila de 11 años que concurre a quinto grado. Sin embargo, a diferencia de sus compañeros, ellas no se van para la estancia donde viven y trabaja con su marido si no que se dirigen a la huerta escolar a dar vuelta la tierra y regar las hortalizas, tarea que les lleva al menos un par de horas. Así como ellas, un papá que vive enfrente a la escuela se encarga durante los meses de verano de regar diariamente. Varias familias colaboran en el mantenimiento de la huerta escolar, que recibió el apoyo de la Fundación para contar con las herramientas necesarias para desmalezar, trabajarla y poder
construir un invernáculo. Según Rosa Constanzo, la directora de esta escuela, “el 70% de los padres se involucraron con el proyecto y ellos mismos se distribuyen las tareas”. En Queguayar viven alrededor de 150 personas y de ellas 47 son niños que concurren a este centro escolar. Al estar ubicada sobre la ruta 3, con buen acceso a transporte público, es una localidad que ha crecido en población, aunque sufre de una movilidad permanente. “Acá tenemos el problema de que las familias van y vienen. Pero este proyecto es un aspecto que motiva a la gente a no irse de acá. De a poco hay un cambio de mentalidad, ya logramos que haya cuatro huertas además de la escolar”, cuenta con satisfacción Constanzo. Las familias también valoran la huerta como un espacio para fortalecer los vínculos entre ellos. “La huerta le da otra vida a la escuela. Ayuda a que la gente se una un poco más, es una forma de trabajar por el pueblito”, dice María del Rosario de los Santos, madre de Santiago y Gastón de 10 y 11 años. Su sueño, que comparte con la
Maestras 3
70 %
47
De las familias involucradas
Niños
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